15 noviembre 2013

{Angie Momma}: A manera de entrada...


Desde muy joven pensé en ser mamá. Era un sueño muy anhelado para mí, me sentía la mujer más preparada del mundo para hacerlo, planeaba tantas cosas entorno al tema que si me pusiera a escribirlo, tal vez no terminaría. Vale contarles que siempre he sido muy metódica, hasta el punto de asegurarme de que la persona con la que me casaría tuviera los mismos deseos que yo en cuanto la idea de ser padres.

Gracias a Dios al pasar los años, me casé con esa persona que cumplía a cabalidad con el perfil que yo buscaba y sobre todo con la idea de ser padre. Hasta ahí todo iba marchando como yo lo había planeado. Al principio de nuestro matrimonio decidimos no tener bebés, por aquello de conocernos más como pareja y disfrutar de esta primera etapa del matrimonio. En fin, yo estaba de acuerdo, tan de acuerdo que tomamos todas la medidas de prevención para que aún no llegara mi momento más esperado. Pero el que decide en nuestras vidas es Dios, porque así lo decidimos abriéndole las puertas de nuestro corazón. ¡Mi momento esperado llegó sin dar ninguna señal de alerta! Recuerdo que las personas conocidas me preguntaban para cuando tendríamos bebés y la respuesta siempre era que esperaríamos un tiempo prudente.

Un día de esos mi mamá me miró y me dijo: “Hija hazte una prueba de embarazo, porque tienes cara de embarazada” Yo la miré como diciendo: por favor mamá ¿cara de embarazada? Esto me causó mucha gracia porque yo estaba convencida que no era así, por favor ¿yo?, la mujer que tenía todo bajo control ¿embarazada?


pregnancy test
foto: istock
Al pasar los días esas palabras de mi mamá retumbaban en mi cabeza y decidí contarle a mi esposo. Él me respondió que no creía, que eran ideas de mi mamá, por lo que me calmé, pero la visita de mi periodo no llegaba y fue cuando dije a mi esposo que me acompañara a comprar una prueba de embarazo. Fuimos, él se bajó del carro y al regresar en sus manos no había una, sino varias pruebas de embarazo. Le pregunté para qué tantas y respondió que para estar muy seguros del resultado. Así que ahí iba yo, la más “preparada” de las mujeres del mundo, temblándole las piernas, la lengua empelotada, es decir, sin poder pronunciar palabras claras, sin idea de cómo hacerme una prueba de embarazo ya que jamás me había hecho una.

En fin, llegamos a la casa y me quedé como una momia parada en la puerta del baño, mi esposo me dio ánimos para empezar. Al fin terminé, pero llegaron a mi unos nervios incontrolables e hicieron que gritara por ayuda y en el momento en el que mi esposo llegó, lo miré y le dije: mira tú, yo no puedo. Al ver la prueba él me dijo: no sé sabe si es negativo o positivo ¿leíste bien la instrucciones? Estábamos hechos un lío. Para no alargarles mas el cuento, mi esposo tuvo que ayudarme y los dos juntos nos enteramos que íbamos hacer padres. Lloramos, reímos, no entendíamos que había pasado con todos nuestros métodos de prevención, lo que si estábamos seguros era que había sido la voluntad de nuestro Dios y estábamos muy felices.

PD: Al hacerme la prueba en el laboratorio nos dimos cuenta que tenía un mes y medio de embarazo jejeje… que despistada!

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